martes, 13 de marzo de 2012

En el camión

Estamos a un codo de distancia.
Entre su rostro y el mío, no hay más que mi brazo sosteniendo mi peso.

Le miro como a través de una ventana. Sus ojos grandes y buenos se dibujan a la altura de los míos. A sus manos las devoró mi pelo.

Me pierdo en la calidez de su frente, y él juega a derretirme rozando su barba contra mi piel. La luz del sol me regala un destello del rayo que lleva en la mirada.

Congelo este instante.
No hay más tiempo que lo que dura el viaje.

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