lunes, 20 de febrero de 2012

Río

No tengo palabras bellas. No tengo imágenes nuevas. No tengo canciones frescas. Nada me pertenece.
Leo y me leo, y leo al mundo que piso y respiro y me doy cuenta de que soy como el lecho de un río por el que corren, incontenibles, las sensaciones.
Miro al cielo y su azul se imprime en mis pupilas por un instante. Escucho una carcajada y su alegría se atora en mis orillas. Los olores y los pensamientos me riegan, me inundan y me recorren fugaces, uno tras otro, en un maravilloso y vertiginoso desorden. Nada en mí permanece, todo me asombra, todo me da vida y existencia.
Soy un río y en mi lecho corre agua fresca. Soy un río y al agua que recibo debo la vida.
Soy una voz y un oído, y un cerebro de niña que no alcanza (ni quiere alcanzar) a comprender tanta belleza.
Estoy viva. He renacido. Estoy viva.
Acabó la sequía. He deshecho el dique.
Por mi lecho ha vuelto a correr la alegría.

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