Hay en esos labios delgados, un reto.
Hay en los dedos precisos, un hechizo.
Las uñas melón se me aparecen a diario, entre sueños.
Lo juro, no he enloquecido,
su codo es provocación,
y su rodilla la más clara señal de estamos en guerra.
Aparto la mirada.
Mañana, se lo diré mañana.
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