lunes, 20 de agosto de 2012

Un adiós no dicho

...y un día, de repente, dejamos de hablarnos. Así, con la misma sencillez con la que se levanta alguien de su butaca cuando acaba un concierto magistral. También así, con esa extraña sensación que deja la música bien adentro, atravesada en el alma, también así fue que nos alejamos.
Aún me sé tu número, y probablemente tú recuerdes también el mío. Todas las notas pequeñas que me diste se quedaron en el mismo cajón, y el libro, y las fotos... Todo eso sigue en su lugar, como si nada hubiera ocurrido.
Pero sí que algo ocurrió: Ya no pronuncio tu nombre, ni busco escuchar tu voz, y cuando me preguntan por ti, niego con la cabeza y cambio la conversación.

El café me ha puesto triste.
Me supo a ti: A deliciosa amargura en la boca, calor en los ojos, y añoranza en el corazón.
Te extraño, y lo admito sólo aquí, en el secreto que me da el saberme lejos de ti.