Hoy me siento bonita. Mis lágrimas han pintado un agradable rubor en las mejillas, y mis ojos están limpios y claros después de un rato de llorar. Mi voz, cansada de gemir, se ha dormido, y dejó a los labios tranquilos en una ligera y triste sonrisa.
Hoy, recostada en el piso frío de la derrota, me siento bonita.